Tengo ganas de poder reunir alrededor de una mesa, los mayores de 75 años con los que llevo hablando 48 días, animándolos, ayudándoles en lo poco que he podido y que brindemos por la VIDA, con el corazón en cada copa.
Tengo ganas de que todo vuelva a abrirse, que diga nuestro nombre y que la vida pose en nuestras manos un canto íntegro, generoso y lleno.
Tengo ganas de volver a mirar de nuevo las cosas ya vistas. Intento imaginar como se las mostraría a alguien ciego. No veo una forma más cabal de querer seguir viviendo con esperanza, después de todo esto.
Tengo ganas de agradecer con un abrazo de más de 20 segundos a quien tanto ha luchado por todos los demás durante jornadas, trayectos y guardias interminables.
Tengo ganas de seguir ayudando cuando parezca que ya no hace falta.
Tengo ganas de seguir viendo construir ese afecto nacido entre balcones y terrazas. Dejar muy atrás esos saludos glaciales de comunidades desconocidas compartiendo rellano.
Tengo ganas de llevar una flor, un recuerdo y todo el respeto a quien marchó sin hacer ruido, sin opciones, por la puerta lateral en un escenario provisional. Por todos ellos, mi dolor contenido entre suspiros congelados.
Tengo ganas de olvidar ese sigilo de pasos en casas donde no querían seguir viviendo. Donde tras la puerta, lágrimas mudas y puños apretados, quizá hagan vibrar alguna cuerda y suene la nota de una nueva vida.La cautela nos hace fuertes. El deseo y la pasión nos mantiene vivos. Sigamos haciendo cosas muy grandes mientras todos nos sentimos UNIDOS.
"Una casa dividida en contra de si misma no puede sostenerse"